4 de Noviembre del 2020
Para responder a esta pregunta, que para muchos la respuesta resulta evidente, considero necesario definir cómo está compuesta la infraestructura. Desde mi punto de vista, tenemos 2 tipos de infraestructura: la básica y la necesaria para el desarrollo, las cuales se complementan, por lo que no son excluyentes.
La infraestructura básica está destinada a suplir, en principio, necesidades de la población. Hoy, los centros poblados más desarrollados ya cuentan de algún modo con ella, mas no las zonas marginales, ni las rurales. En esta categoría están las escuelas, centros de salud, agua y desagüe, electricidad, y hoy, la telefonía e internet.
La infraestructura para desarrollo está destinada a promover las actividades productivas en el país. En esta categoría están las carreteras, puertos, aeropuertos, ferrocarriles, represas, centrales de generación eléctrica y líneas de transmisión, etc.
Habiendo definido esto, se hace necesario atender las necesidades primarias y crear las condiciones para desarrollar al país. Ciertamente, la infraestructura para desarrollo propicia la mejora de servicios básicos; por ejemplo, una buena carretera permite llegar más temprano a la escuela o a la posta médica, o permite transportar los cultivos de los pequeños agricultores a los centros de venta.
¿Y cómo se financia la infraestructura? Tradicionalmente la infraestructura básica ha sido financiada y operada por el Estado. La mayoría de las escuelas, centros de salud, y obras de saneamiento, son financiados con recursos del estado, producto de los impuestos que pagamos los peruanos. Pero no es la única forma de hacerlo, hoy hay hospitales y escuelas privadas, así como concesiones de agua y desagüe, que son muy eficientes.
Actualmente, la infraestructura para desarrollo se financia a través de concesiones manejadas por empresas privadas, lo cual permite que el Estado no invierta grandes cantidades de dinero en grandes obras, considerando los pocos recursos con los que cuenta. Adicionalmente, permite cobrarle al usuario directamente por los servicios que utiliza. Gran parte de los fondos que financian las concesiones provienen de los aportes que hacemos a las AFP. Estos fondos se prestan al concesionario y generan un interés para el ahorrista.
Por este motivo debemos tener cuidado con el retiro indiscriminado de fondos, pues, permiten financiar la infraestructura del país, además de haber brindado rendimiento a los pensionistas. Las concesiones manejadas por privados son menos corruptas y generan servicios más eficientes, siempre que se mantenga una buena supervisión por parte del estado a través de los reguladores (Ositrán, Osinerg, Indecopi, etc.). De igual manera, el respeto a los contratos suscritos, sujeto al cumplimiento de los términos pactados por ambas partes, es fundamental para mantener la imagen del país y continuar atrayendo inversiones.
Mucha de la infraestructura que tenemos en el país se la debemos a proyectos mineros, petroleros, represas, etc., ya que estos proyectos invierten en vías de comunicación, electricidad, agua y desagüe, etc. para su propio uso y el de las comunidades aledañas. Inclusive, estos proyectos financian escuelas y centros de salud en sus zonas de influencia, los cuales también son utilizados por la población local. De hecho, la empresa privada ha provisto generalmente servicios sociales donde no llega el Estado.
Finalmente, ¿queremos impulsar la infraestructura? Generemos más inversión privada, que además genera más empleo, lo cual, a su vez generará mayores impuestos con los que podremos financiarlas, generando así un círculo virtuoso para el progreso de nuestro país.