21 de Mayo del 2021
* En síntesis: Mientras que buena parte del futuro del Perú dependerá del resultado electoral del 6 de junio; es importante recapitular e identificar las iniciativas y políticas que se están tomando en mercados internacionales. ¿Tendrán repercusiones en el Perú y/o buscarán adaptarse?
El futuro del Perú –proyecciones de crecimiento, perspectivas de inversión, continuidad de obras, políticas para reducir la pobreza y desigualdad, entre otros aspectos– dependerá de quien gane las elecciones a desarrollarse la primera semana de junio. Hoy por hoy, la ciudadanía, los candidatos mismos, políticos, y demás personas, están enfocados en el resultado del corto plazo. Razón no les falta: ambos candidatos tienen muchos anticuerpos, son populistas, no deslindan la totalidad de lo que arrastran, y hay mucha incertidumbre del rumbo que podrá tomar el país.
No es novedad que, quien salga electo, tendrá que buscar consensos y enfrentarse a una oposición en el congreso. Todos hemos sido testigos de cómo los constantes enfrentamientos entre el Ejecutivo y Legislativo han entorpecido la política en el Perú, se han trabado proyectos, se han censurado políticos, blindado a otros y, en general, no ha contribuido al desarrollo del país. Es probable que, dada la polarización actual, esto se repita; y es triste, lamentablemente, que muchos ya lo hayamos aceptado e internalizado.
Esto, sin embargo, no debe ser lo único presente en la mente de los peruanos de cara al 6 de junio. Dada la interconectividad de las economías a nivel global, las acciones que toman determinados agentes tienen efectos muy importantes en el comercio internacional, en la decisión de los Bancos Centrales, en las políticas públicas, entre otros. Lo vimos en la ‘Guerra Comercial’ entre EE.UU. y China, al igual que en las decisiones de la Reserva Federal. El mundo ha dado un giro de 180 grados luego de la crisis desatada por el COVID-19; y es por eso que las propuestas para salir de la crisis no tienen precedentes, dado que nunca se ha vivido algo así. Estados Unidos es un claro ejemplo de esto, junto con países de la Unión Europea. La economía global está cambiando, y hay variables que están teniendo más protagonismo, así como nuevas reformas y/o propuestas de solución.
EE.UU.: medidas excepcionales para tiempos excepcionales
A mediados de abril escribimos un artículo en el que comentábamos el rol protagónico de EE.UU. para revertir la crisis y cómo dicha decisión afectaba a los mercados internacionales. En éste mencionamos que el país aprobó hacia fines de marzo un plan de rescate económico de US$1.9 trillones, cuyo dinero será destinado a cheques directos a las familias, subsidios de desempleo extendido, centros educativos, transferencias a los Estados y Municipalidades, entre otros. En tiempos de incertidumbre, cuando hay predictibilidad y señales claras de recuperación, hacia ahí irá la inversión; independientemente de si el retorno es alto o no.
Está pendiente, asimismo, la aprobación del otro plan propuesto por Joe Biden, presidente de EE.UU.; un plan de infraestructura y generación de empleo por US$2 trillones aproximadamente. De acuerdo con el presidente, se espera que el plan genere 19 millones de puestos de trabajo en la siguiente década. Son claras las políticas expansivas que el nuevo gobierno demócrata viene proponiendo; así como otras medidas no vistas en tiempos previos.
Otro factor importante que proviene de la agenda estadounidense es la recaudación tributaria. El pasado jueves, el gobierno americano propuso a miembros de la OCDE que el impuesto mínimo global a las empresas transnacionales sea de 15%. Según el Tesoro Estadounidense –información extraída de un artículo de RPP Noticias–, ‘la arquitectura fiscal internacional debe estabilizarse y crear un campo de juego global justo en el que los países trabajen juntos para mantener las bases impositivas y garantizar que el sistema fiscal mundial sea equitativo y esté equipado para satisfacer las necesidades de la economía mundial del siglo XXI’.
Planes de reactivación económica, estímulos fiscales, reformas tributarias, entre otras; son importantes aristas que rondarán en los primeros dos años del gobierno americano. A eso se le suma la apuesta por la lucha contra el cambio climático, en la que Biden ha sido muy específico y será uno de los ejes del nuevo gobierno. El jueves pasado, el presidente firmó una orden ejecutiva para evaluar los riesgos del cambio climático en el sistema financiero americano. Como señaló la Asesora Nacional de Clima, Gina McCarthy, –información extraída y citada de National Public Radio–, «Los estadounidenses deberían poder conocer los riesgos reales que el clima extremo y el aumento del nivel del mar representan para los hogares en los que han invertido o las pequeñas empresas que han construido».
Esto claramente es una apuesta por energías limpias; lo que demandará productos esenciales por parte de proveedores de todo el mundo. La apuesta por energías renovables puede ser una oportunidad para un país como el Perú, considerando la importancia del rol del cobre para el desarrollo de piezas tecnológicas, nuevas tecnologías, componentes dentro de los vehículos eléctricos e híbridos, entre otros. Considerando el ‘boom’ del precio de este mineral, la demanda y la cantidad de proyectos por ejecutar; dicho escenario no puede ser pasado por alto por los candidatos y es importante capitalizar el posible retorno.
Unión Europea: ojos puestos en reformas reales
Países de la Eurozona también tienen en su agenda la necesidad de una reforma tributaria. El pasado miércoles, Paolo Gentiloni, Comisionado Europeo de Economía, señaló que la UE propone un régimen fiscal a las empresas unificado y que responda a las necesidades del Siglo XXI. Bajo dicha propuesta, grandes empresas que operan en la región tendrán que hacer públicas sus tasas tributarias para asegurar transparencia y habrá nuevas medidas para la evasión fiscal. «A medida que nuestras economías pasan a un nuevo modelo de crecimiento […] nuestros sistemas fiscales también deben adaptarse a las prioridades del siglo XXI», señaló el representante.
Por su parte, la OCDE tiene planteado evitar que los gobiernos reduzcan la carga impositiva, y crear nuevas formas de cobrar impuestos en los países donde las empresas cuenten con clientes; en vez de las casas matrices y/o donde se encuentren las oficinas. De acuerdo con el portal EuroActiv, la Comisión Europea planea usar acuerdos que la OCDE decida en junio –impuestos a las multinacionales– como un primer paso hacia reglas más articuladas y unificadas para la fiscalización en la Unión Europea.
Las regulaciones más estrictas, al igual que en EE.UU., ven el aspecto ambiental como con la Ley del Clima y el endurecimiento de más de 50 normas. Esto tendrá repercusiones de corto y mediano plazo en varios sectores tales como el transporte, comercio, energía y construcción; pero será difícil que los diputados y representantes den su brazo a torcer en dichas reformas; considerando que la crisis climática no surge de un día para otro y ya venían trabajando en ello.
¿Decisiones que cambiarán el rumbo?
Las modificaciones en el ámbito legal para gravar a multinacionales, servicios digitales, apuesta por energías renovables –y los cambios para hacerlo factible– son hitos que no tenían precedentes y van a marcar la pauta en los próximos años. Es probable que los planteamientos tributarios de las grandes empresas –dada la coyuntura, necesidad de reducir brechas y reactivar la economía– sean modificados de cara a impulsar políticas más sostenibles. Asimismo, dicha presión se podrá trasladar a otras regiones como América Latina, por lo que hay que estar atentos, evaluar los pros y contras en la región, y no actuar sorprendidos cuando se propongan.
El 2021 no solo será determinado por el resultado electoral. La pandemia ha puesto en discusión nuevas reformas que sí o sí tendrán impacto en los mercados globales y es importante empezar a identificarlas. El Perú se puede convertir en un gran proveedor de material para el desarrollo de nuevas tecnologías, mientras que sigue luchando para reactivar la economía y salir de la crisis sanitaria. Asimismo, la agenda ambiental y uso de energía tendrá un mayor protagonismo. Empecemos a mirar el gran panorama, al país como un agente de cambio, y no descuidar la idea de que gran parte del desarrollo proviene de cómo son nuestras relaciones con los socios comerciales y principales potencias.