Jueves 11 de septiembre del 2025
Hablar de aprendizaje y desarrollo en las organizaciones es hablar de futuro. Es reconocer que, más allá de los procesos formales de capacitación, las personas crecen y se transforman a partir de las experiencias, de las relaciones y, sobre todo, de las conversaciones que tienen en su día a día. En ese camino, el feedback se convierte en una de las herramientas más poderosas, aunque no siempre suficientemente valorada o utilizada.
Durante mucho tiempo, el feedback fue visto como un mecanismo correctivo, asociado a señalar errores o a momentos tensos en la relación entre líderes y colaboradores. Sin embargo, en un contexto donde el desarrollo profesional y la adaptabilidad son tan relevantes como los resultados, esta visión se queda corta. El feedback no es solo un espacio de evaluación: es, ante todo, un proceso de aprendizaje que permite a las personas reconocerse, descubrir nuevas perspectivas y activar su propio desarrollo.
El cambio cultural: de la corrección al crecimiento
En El Comercio, asumimos este reto como parte de un proceso de transformación cultural. Entendimos que, si queríamos impulsar la productividad y el crecimiento sostenible, necesitábamos promover una práctica distinta: un feedback accesible, voluntario y positivo, que deje de percibirse como un trámite y se viva como una conversación auténtica.
Este cambio implica romper creencias instaladas durante años.
- El feedback no solo se da cuando algo va mal, también sirve para reconocer lo que funciona y potenciarlo.
- El feedback no depende únicamente del líder; es un acto de responsabilidad compartida donde cada colaborador puede tomar la iniciativa.
- El feedback no debe vivirse como un evento aislado, sino como un hábito constante, natural e integrado al trabajo diario.
La implementación: cómo lo hicimos realidad
Para llevar esta visión a la práctica diseñamos un programa integral que partió con una experiencia de lanzamiento innovadora que combinó aprendizaje, emoción y humor, logrando sensibilizar a toda la organización sobre el nuevo enfoque.
En ese ambiente, se brindaron herramientas concretas para líderes y colaboradores, enfocadas en cómo dar y recibir feedback de manera efectiva y respetuosa; reforzadas con guías y materiales prácticos: diseñados para ser simples, claros y aplicables en el día a día, sin burocracia ni complejidad.
Además, los complementamos con activaciones presenciales, mediante dinámicas y acercamientos creativos que ayudaron a desmitificar el feedback y a generar cercanía.
Finalmente, se promovieron espacios accesibles, tanto físicos como virtuales, donde los equipos pueden agendar y vivir conversaciones de feedback de manera natural y voluntaria.
Avances logrados hasta hoy
A pocos meses de su lanzamiento, ya empezamos a ver señales positivas. Más de 200 personas han sido capacitados en feedback efectivo, el 76% de las áreas ha activado espacios de conversación, y se han registrado más de 195 interacciones de feedback, solicitadas tanto líder, como por colaboradores. Estos primeros resultados confirman que estamos caminando hacia una cultura de cambio.
Impacto esperado: más allá de un proceso
Este programa no busca únicamente ser un requisito dentro del sistema de desempeño, sino convertirse en una práctica viva que acompañe el crecimiento de cada persona. Nuestras expectativas con el programa son:
- Desarrollar el talento: al fortalecer competencias, habilidades blandas y la capacidad de recibir retroalimentación con apertura.
- Potenciar la productividad, al generar equipos más conectados, conscientes de sus fortalezas y de cómo mejorar colectivamente.
- Construir confianza: al promover conversaciones transparentes que refuercen la relación entre líderes y colaboradores.
- Hacer del feedback un hábito cultural: que trascienda al proceso anual y se convierta en parte del estilo de trabajo diario.
El feedback es, en esencia, una conversación que puede cambiar la trayectoria de una persona. Cuando se entiende como una herramienta de aprendizaje y desarrollo, deja de ser un momento de mera corrección y se convierte en un espacio de crecimiento compartido.
En El Comercio, estamos convencidos de que cada colaborador puede liderar su propio desarrollo a través de una pregunta simple pero poderosa: “¿Me das feedback?”. Porque al final, como resume nuestro lema: “Quien pide feedback, lidera su desarrollo.”