6 de Abril del 2021
Las elecciones de este domingo 11 de abril serán las más difíciles, y fragmentadas, de las últimas décadas de nuestra historia republicana. No sólo el país está extremadamente dividido sobre cómo repuntar en materia económica y social, sino que estamos en el pico más alto de pandemia –el sábado 3 de abril se registraron 294 fallecidos, número más alto desde que inició la crisis sanitaria–. Lamentablemente, en las próximas semanas veremos el efecto de Semana Santa, en donde, nuevamente, la ciudadanía no respetó las medidas dictadas. Las cifras serán mayores, que no nos tome por sorpresa, y no estemos echándole la culpa al otro, que así no se resuelve nada.
No es fácil salir a votar así. Hay quienes sienten miedo y angustia, otros que sienten miedo y rabia, mientras que una buena parte aún no decide por quién votar. Sin embargo, si no tenemos certeza y/o una hoja de ruta de lo que serán los próximos cinco años, sobre todo en una crisis como la actual, el miedo y la angustia sólo crecerá. Esto se resuelve, en parte, ejerciendo nuestro voto como ciudadanos, informándonos, y analizando a detalle las propuestas sin caer en fanatismos; tomando en cuenta la realidad social y económica de nuestro país.
No hay ningún partido ni candidato perfecto. En estas últimas semanas hemos visto, luego de los debates y las entrevistas, idas y venidas de varios representantes, que a uno lo dejaban sorprendido, satisfecho o decepcionado. No hay, asimismo, un plan perfecto; y las probabilidades de que estos se ejecuten al pie de la letra es poco probable. Quien llegue al poder tendrá que llamar al diálogo desde el día uno; sino será imposible llegar a consensos, y tendremos los mismos episodios que, desde el 2017 en adelante, no se han detenido. Cuatro presidentes en cinco años, censura de ministros y gabinetes, propuestas desestabilizadoras de un día para el otro, la ‘normalización’ de la figura de la vacancia presidencial dentro de la ciudadanía, entre otros, es todo lo que debemos evitar. Lo que se requiere es apertura al diálogo, estabilidad, atender los problemas estructurales y revertir la crisis.
Los riesgos, asimismo, vienen de varios lados, independientemente de la orientación política. Estos van desde propuestas para engrandecer el aparato público, hasta obligar a los bancos a reperfilar deudas sin especificar las tasas. Si bien hay ideas ‘sensatas’, muchas son más complejas de lo que realmente parecen; por lo que deben especificar a detalle cómo se harán, cuándo, qué criterios se usaron, y analizando todas las variables posibles. Por otro lado, hasta las propuestas lógicas y/o sensatas, se requiere que estén sustentadas de manera detallada; de lo contrario se presta para más de una interpretación.
Faltan pocos días para las elecciones y los días que vienen serán de alta tensión política. Ir a votar es una gran herramienta para reducir la incertidumbre y salir a defender las ideas que uno cree de cara al progreso del país. El progreso no es sólo económico, ni tampoco lo es en el ámbito social exclusivamente. Ambos se complementan y tienen que ir de la mano. Evitemos la desinformación y estemos abiertos a escuchar las opiniones de los demás, siempre con respeto y honestidad.
Aprovechemos en darle una última lectura a los planes de gobierno y repensar las propuestas (haz click aquí). Pueden revisar, asimismo, las entrevistas que hizo AmCham Perú a diversos candidatos aquí.