(En síntesis): Los días de cuarentena han demandado muchos esfuerzos personales; pero no servirán de nada si como sociedad no nos podemos de acuerdo y no hay una actitud solidaria con la gente que depende de cada uno. Ello es fundamental para asegurar la estabilidad, tanto económica como social, en el corto y mediano plazo.
Artículo realizado el 18/03/2020, a inicios del periodo de aislamiento social obligatorio.
El lunes 16 de marzo empezó oficialmente la cuarentena a nivel nacional. El objetivo es simple: evitar la propagación del COVID-19. El sistema de salud no cuenta con la capacidad de atender a todos los posibles infectados; mucho menos si la población sigue saliendo y realizando sus actividades de manera cotidiana. Esta medida, probablemente la más drástica de los últimos quince años, viene siendo replicada por varios países de la región y el mundo. Quejarse o ir en contra de lo que plantean los grandes organismos como la OMS y mucha de la comunidad científica es ignorar la evidencia y no tener una postura responsable ante el asunto. A todos nos va a costar, pero hay acciones que, como líderes empresariales y personas naturales, se pueden tomar –si es que se cuenta con la capacidad– para prolongar la ‘calma’ frente a un momento como éste.
Luego del anuncio dominical del presidente Vizcarra, gran parte de la ciudadanía se quedó con más dudas que respuestas –qué trabajos clasifican dentro de los que pueden circular, cómo sustento que estoy yendo a realizar compras, cómo haré si tengo familiares mayores, entre otras dudas–. Por parte de los economistas, una de las principales preguntas era qué pasará con la fuerza laboral cuyos ingresos dependen del día a día, sin dejar de lado el grado de informalidad de la economía peruana. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el empleo informal se situó en 73% durante el 2018, y es probable que no haya mayores variaciones para el 2019.
Por otro lado, uno de los sectores más representativos –la cuarentena, y todo tipo de medidas de prevención, los afecta directamente– es el sector servicios. Si agrupamos algunos de subsectores clave –comercio; transporte, almacenamiento, correo y mensajería; alojamiento y restaurantes; telecomunicaciones y otros servicios de información; financiero y seguros; servicios prestados a empresas; administración pública, defensa; y otros servicios–, vemos que el sector representó 47% del PBI el año pasado, según INEI.
Es innegable el peso del sector servicios en la economía peruana y en el resto de naciones en general. Si bien va resultar difícil estar quince días aislado, a muchos se les ha brindado las facilidades para trabajar y estudiar desde casa. La razón por la cual se describió la situación del mercado laboral y el peso del sector servicios es para darnos cuenta que, lamentablemente, esa no es la realidad de todos. La informalidad y relevancia del sector servicios hace que muchas personas dependan de su trabajo diario; sobre todo en los niveles socioeconómicos C y D.
Las revoluciones ‘bajaron’ un poco cuando el presidente anunció que otorgará un bono de S/ 380 a las familias más vulnerables, estimadas en 9 millones, por estos quince días. Desde AmCham Perú, saludamos dicha medida, y aprovechamos en mencionar que este tipo de medidas deben tratar de ser replicadas por el sector privado, siempre y cuando se esté en la capacidad de hacerlo. Esto es clave para mantener el orden social y económico. La frustración de no poder trabajar o percibir ingresos, junto con el pago de deudas que cada uno tenga pendiente, también tiene un costo muy elevado y es tarea de todos reducirlo.
Ya hay algunos casos y medidas que vienen tomando ciertas empresas que valen la pena resaltar. Uno de ellos es el de la pastelería San Antonio, que se ha comprometido a pagar sueldos y utilidades, y que regalará la mercadería a los más de 700 trabajadores que cuenta la empresa, de acuerdo con Rubén Sánchez, CEO de la empresa. Asimismo, señaló que pagará todas las obligaciones (impuesto a la renta, IGV, entre otros) desde el bolsillo de la empresa. Por otro lado, en redes circulan imágenes desde la central de La Lucha Sanguchería en la que se menciona que la empresa convocó a todos sus trabajadores para repartir alimentos y que se los lleven a casa. Desde el lado de las entidades financieras, estas ya comunicaron que ofrecerán la posibilidad de reprogramar y postergar deudas.
Entidades financieras y un par de restaurantes son algunos de los ejemplos a seguir que uno encuentra tras realizar un breve seguimiento a las recientes noticias. No hay duda de que hay más empresas que están ‘poniéndose la camiseta por su equipo’ e invitamos a nuestros socios, y todos en general, a que lo hagan. Es aquí donde se ve quiénes son socialmente responsables y quiénes no. El compromiso de los trabajadores con la empresa trabajadores será mucho mayor cuando este episodio acabe. No hay duda de que esa será la situación con San Antonio y La Lucha.
Que estos gestos empresariales también sean replicados en casa en la medida de lo posible. Si es que se cuenta con personal de apoyo –servicio de limpieza, mantenimiento, cuidado personal, o toda aquella persona de la que seamos una fuente directa de ingresos–, trataremos de replicar estos gestos y contribuir con la estabilidad de más familias, por más de que sea en menor magnitud. Se requiere más que nunca ser solidarios los unos con los otros y velar por el bienestar común. El tiempo premiará a quienes se pusieron la camiseta en momentos difíciles; esperemos que sean todos.