31 de Julio del 2020
(En síntesis): La crisis causada por el COVID-19 hace que se vuelve necesario (y urgente) una mayor interacción entre el sector privado y público. Se requieren sinergias y el sector salud es por donde se puede comenzar.
El hecho que la salud pública y la necesidad de una rápida acción frente a estos escenarios vuelva a ser foco de la discusión nacional es una buena oportunidad para que el sector privado busque reforzar su compromiso con el Perú y una participación más activa para atacar los problemas de fondo. El Perú cuenta con la presencia de grandes jugadores del sector salud —empresas farmacéuticas, laboratorios de análisis clínico, administradores de clínicas y hospitales—, pero concentrados en el sector privado. Reforzar la presencia en el sector público es una buena alternativa para generar economías de escala —sobre todo en el subsector de análisis clínico que está muy atomizado— extender los servicios y calidad de vida hacia más personas.
La presencia del sector privado se puede dar desde apoyando servicios complementarios al core de los servicios médicos, hasta hacerse cargo de toda la operación. Al igual que para los grandes proyectos de infraestructura, la presencia de empresas en la salud pública se puede realizar vía Asociaciones Público-Privadas (APP). Hay tres modelos bajo los que la presencia del sector privado puede crecer —hay planes en el corto plazo para realizar licitaciones—: bata gris, bata verde y bata blanca. El concepto de bata gris implica que el agente licitado brinda servicios no asistenciales como alimentación, vigilancia, mantenimiento y cuidado de la infraestructura, lavandería, entre otros. Bata verde, además de lo mencionado, involucra servicios de análisis clinico, tales como los servicios de laboratorio y diagnóstico por imágenes. Por último, bata blanca implica tercerizar todos los servicios, tanto asistenciales como no asistenciales.
En el Perú hay dos hospitales que operan bajo el modelo de bata blanca: Guillermo Kaelin en Villa María de Triunfo y Alberto Barton en el Callao. Daniel Querub, CEO de IBT Group (administradora de ambos hospitales), señaló que dichos hospitales tienen un nivel de satisfacción que supera el 80%, de acuerdo con una publicación del Diario Gestión en setiembre del año pasado.
Asimismo, hay grandes agentes en el subsector de análisis clínico —Unilabs, Synlab, BUPA, entre otros— que a la fecha atienden a un mercado acotado. De acuerdo con una investigación de la revista SEMANAeconómica de julio del 2018, el sector privado sólo representa alrededor del 20% del mercado total de análisis clínico, que también se encuentra muy atomizado. A la fecha los grandes jugadores sí brinda, de una forma u otra, servicios al Estado; pero no de manera masiva. Muchos de las empresas mencionadas cuentan con la capacidad de realizar más pruebas y se han acercado, sin éxito, a representantes públicos a ofrecer servicios masivos. Es necesario llegar a nuevos consensos y aprovechar las economías de escala que se pueden obtener permitiendo que más agentes entren al mercado relevante.
Si bien implementar APP en el sector salud es mucho más delicado que la licitar otro tipo de acuerdos (construccion, infraestructura, etc.), éstas son alternativas que deben ser prioridad dentro de las opciones disponibles que tiene el Estado. Por ahora el Ministerio de Salud tiene como objetivo que más del 70% de los hospitales en Lima sean operados bajo bata gris (sólo servicios no asistenciales) en cuatro años, lo que da a entender que se va por buen camino en ese aspecto. Las empresas que ofrecen alguno de los servicios mencionados deben aprovechar esta oportunidad y reforzar su presencia en este sector que lo requiere y es de primera necesidad. En el largo plazo tanto la ciudadanía como los agentes estatales se lo agradecerán por estar a la altura de lo que la situación ameritaba.
El sistema de salud en el Perú está saturado. Del lado del sector privado, se requiere de nuevos servicios y con un ticket promedio más bajo. Ése sigue siendo el principal problema por el cual estos jugadores se encuentran estancados en crecimiento mientras el sistema público cuenta con más gente de la que puede atender. Asimismo, se debe asegurar un comportamiento ético a toda costa y por parte de ambos. Se ha visto en ambos frentes (público y privado) actitudes deplorables como contar con recursos disposibles pero que no llegan o están ‘atorados’, y cobros indebidos por servicios que, en teoría, deberían de ser gratuitos.
Que la necesidad de masificar el acceso y la buena calidad de los servicios que involucra atender enfermadades y chequeos sirva para que ambos busquen sinergias y logren eficiencias; sin descuidar los problemas de fondos que afectan a las instituciones involucradas.