Sala de prensa

Las cosas post cuarentena

Fecha: 30 de marzo de 2020

La extensión de que los días de aislamiento genera incertidumbre en una población que ya desea que esto acabe y volver a la ‘normalidad’. Es importante, sin embargo, mirar el largo plazo y recordar que habrá cambios estructurales para bien y para mal.

“Es casi un hecho que se prolonga la cuarentena”. Dicha frase fue repetida en más de una ocasión luego de la evolución del COVID-19 durante la segunda semana de aislamiento social obligatorio. Si bien recién se dio el pronunciamiento oficial, grandes voceros (medios de comunicación, redes sociales, entre otros) ya lo daban por hecho, las principales consultoras ya habían incluido este escenario dentro de sus pronósticos, y el Colegio Médico del Perú lo venía recomendando desde el inicio de la cuarentena.

Una de las razones de la prolongación es bastante sencilla: evitar las grandes concentraciones de Semana Santa –a desarrollarse, en teoría, entre el jueves 9 y domingo 12 de abril –. El riesgo de llevar este evento con normalidad –visita a iglesias, fiestas, salidas a la playa, turismo interno, entre otros– era muy alto de cara a todo el esfuerzo que se viene realizando para controlar la propagación del virus. El rápido crecimiento en el total de infectados de los primeros días justamente fue atribuido a las personas que no siguieron las recomendaciones (evitar reuniones) el fin de semana previo a la cuarentena. El costo de ‘lo habitual’ ha sido muy caro en otros países: basta con ver lo que pasó en Italia, España y lo que está pasando en Estados Unidos, específicamente en la ciudad de Nueva York (más de 30,000 casos y 285 muertes).

Hoy por hoy, el trade off entre más días en cuarentena y la economía –a mayor tiempo en aislamiento, más medidas y recursos para reactivarla– es lo que más se discute entre muchos analistas. En el caso peruano, ya hemos visto a las entidades financieras aplazando el pago de deudas, empresas de servicios regalando mercadería perecible a sus trabajadores, al MEF emitiendo decretos de urgencia para el otorgamiento de bonos de S/380 a personas vulnerables, al BCRP recortando la tasa de interés en 100 puntos porcentuales (de 2.25% a 1.25%), entre otros ejemplos. La prolongación será muy costosa en el corto plazo, pero parece ser necesaria para evitar un problema mayor: el colapso total del sistema de salud.

Sin embargo, independientemente del tiempo que dure el distanciamiento, hay ciertas cosas que ya tienen un camino ‘trazado’ una vez culmine este episodio. El trabajo, lo que entendemos por compromiso, y la rutina darán un giro de 360 grados. Es importante empezar a darse una idea desde ya de cómo será el retorno a los centros de trabajo y muchas de las actividades diarias.

Lo que significará ponerse la camiseta

Muchos esperan que la cuarentena culmine para retornar con las actividades de siempre. Estar aislado no es fácil y, junto con la poca claridad de las cosas, se genera mucha ansiedad y preocupación de hacia dónde convergerá todo esto. Vale resaltar que la euforia por ‘regresar a lo de antes’ no puede vencer el buen comportamiento y medidas preventivas que está adaptando la ciudadanía, lamentablemente a la fuerza, como el distanciamiento, higiene y salir para lo justo y necesario. Estas medidas van a calar de manera drástica en las empresas, supermercados, oficinas y demás lugares que concentren a un buen número de personas.

El rol preventivo se volverá la prioridad principal dentro de las empresas y el teletrabajo mantendrá el rol activo que viene teniendo. En el Perú aún persiste la idea de que si uno viene a trabajar a toda costa es un trabajador fiel y comprometido con la empresa. Esto va a dar un giro total: aquellos que vengan a trabajar con molestias o con alguna enfermedad serán vistos como poco considerados y que no se preocupa por el equipo al exponerlos a todos. Antes de la cuarentena, muchas empresas empezaron a mandar a casa a trabajadores que presentaban síntomas mínimos de resfrío o tos. La productividad, ahora más que nunca (y para los sectores que aplique), será medida por objetivos y no por horas de trabajo. Así será de ahora en adelante; y es ahí donde el teletrabajo tendrá un rol muy importante.

El reto que enfrenta esta última herramienta es uno muy grande. El teletrabajo, junto con el compromiso de cada trabajador, deberá demostrar que se puede ser igual de eficiente desde casa y que hay puestos que ya no demandan ir físicamente a una oficina. Esto va más allá de roles dedicados a investigar, recolectar información, o que están sentados frente a un monitor una buena parte del tiempo. También afectará al lado comercial, reputacional y muchos de los puestos que creemos que necesitan de reuniones presenciales. Como señaló recientemente Deborah Tannen, profesora de lingüística de la Universidad de Georgetown, en vez de preguntarse “¿Hay algún motivo por el que realizamos esto online?”, se pasará a decir “¿Hay algún motivo por el que realizamos esto en persona?”. El COVID-19 pondrá en ‘modo alerta’ a las personas cada vez que se presente la oportunidad de una reunión que no sea para atender alguna necesidad esencial.

Basta con ver la rápida respuesta de muchas empresas y los diversos softwares que existen a la fecha. Muchas reuniones vienen realizándose por Zoom, los Webinars están teniendo mayor difusión y grado de aceptación que antes; tal es el caso de la Cámara y la rápida respuesta ante la situación. Si bien esto cambiará la dinámica del trabajo, el ajuste tiene que ir acompañado de un mayor y mejor acceso a recursos tecnológicos. Es muy importante garantizar el acceso a internet, masificarlo y permitir que llegue a lugares donde aún no hay cobertura. Hay proyectos interesantes, como Loon LLC de Google –uso de globos aerostáticos especiales que brindan internet en lugares remotos–, que tendrán un rol clave en esta nueva etapa. Desde AmCham Perú, ya se solicitó al Ministerio de Transportes y Comunicaciones que permitan desaduanar dicho proyecto y permitir que su cobertura se extienda.

Interacciones

El día a día también tendrá cambios importantes. Cabe recordar que en el Perú se empezaron a tomar medidas importantes luego de la confirmación del primer infectado. La prohibición de eventos que congreguen a más de 300 personas, distanciamiento, horarios de atención de los establecimientos, medidas sanitarias y la afluencia promedio en centros recreativos como malls y restaurantes cambiarán por completo. Esto probablemente ocurra por dos factores: nuevas regulaciones –la normativa que regulaba a los eventos de 300 personas o menos será extendida a otros rubros probablemente– y las precauciones que tomará la gente antes de decidir salir o no.

No va a ser fácil regresar a las labores habituales una vez que se levanten las medidas de aislamiento. Los ciudadanos tendremos que hacer un buen balance entre ser responsables y consecuentes con las medidas de prevención y ver qué podemos hacer –lo que esté a nuestro alcance– para ayudar a reactivar la economía en mucho de los sectores actualmente golpeados. Como ya han señalado varios, el consumo local será clave. Los consumidores tenemos miles de alternativas gracias al libre comercio. Comprarles a negocios locales, tanto a medianos como a chicos, ayudará más a que las familias salgan de la situación difícil y puedan, poco a poco, ‘reordenar la casa’. Las últimas dos semanas han demostrado que los peruanos somos solidarios en los momentos importantes. Que ello no quede solo para situaciones de emergencia; que quede como parte de nuestra cultura y grado de civismo.