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COVID-19 y la economía global: se enferma uno, se enferman todos

Fecha: 19 de marzo de 2020

Falta poco para que termine el primer trimestre del 2020 y las proyecciones de crecimiento se han recortado de manera drástica. Para la OECD, de acuerdo con un último reporte presentado el 2 de marzo, podría haber una disminución de hasta 1.5% en el crecimiento global en el peor escenario —caídas en la demanda interna de China y Hong Kong de 4% y 2% en el 1T2020 y 2T2020, respectivamente; y caídas de hasta 2% en la demanda de otros países de la región Asia Pacífico y países del hemisferio norte en el 2T2020 y 3T2020—.

Ya no es novedad que estos recortes se explican por la propagación del COVID-19, la manera en que éste ha paralizado la actividad económica en China, la forma en que se está explayando hacia otras naciones, y las acciones que se están tomando para que no se expanda más. El escenario que hoy predomina —la pandemia es controlada hacia fines de marzo y caída en la demanda interna se dará principalmente en China—igual saldrá caro: reducción de 0.5% en el PBI global.

El 2020 ‘pintaba’ mejor para la economía global y la peruana; sobre todo luego de guerra comercial que siguió durante todo el 2019 y signos de una posible recesión. Mientras que la vacuna contra el Coronavirus aún está en proceso de desarrollo, muchos países ya están tomando medidas preventivas, pero parecen no ser suficientes. Lo rápido que ha calado el virus pone a prueba aspectos fundamentales tanto para Perú como el resto de los países: la salud pública y el desarrollo sostenible.

Desde AmCham Perú, hacemos una reflexión de los retos que están implicando afrontar la propagación de la enfermedad en diversos rubros y por qué todo lo que ocurre, y ocurrió, en China nos ha afectado de tal manera.

2020: otro año condicionado

China ha sido el país que ha sostenido el crecimiento global en los últimos años. Esto aplica tanto para países emergentes como el Perú (principal comprador de cobre), al igual que los más desarrollados como Alemania (importante socio comercial de la industria automotriz). La razón por la que una caída en la demanda china tiene repercusiones en toda la actividad económica es por su peso dentro de la economía global. Hoy el gigante asiático representa 17% de la producción global, 11% del intercambio comercial, más de 7% de la inversión extranjera directa y más del 9% de total de turistas a nivel mundial, de acuerdo con la OECD.

Asimismo, de representar el 10% de las importaciones de los principales metales en el año 2000 —aluminio, cobre, níquel, zinc y hierro—, hoy China representa más del 45%, de acuerdo con el informe de la OECD. Por último, existe una alta dependencia de importaciones chinas de grandes potencias —EE.UU., Alemania, Corea del Sur, Japón, Eurozona— en el sector tecnológico y de transportes. Para el 2015, el valor agregado de China hacia ambas industrias fue de 27% y 15%, respectivamente.

Estos son algunos datos de los que representa la economía china para el mundo en la actualidad. Es un hecho que el virus desatado en la ciudad de Wuhan tiene un impacto mucho menor que otras enfermedades. Sin embargo, dado el nivel de globalización, el impacto económico de éste es mucho mayor.

El Coronavirus no es la primera epidemia que tiene a China en el ojo de la tormenta y como el responsable. En el 2003 se vivió una situación similar con la epidemia de SARS (Sever Acute Respiratory Syndrome) desatada en Cantón, China—similitud con el Coronavirus en un 80% de acuerdo con el Centro Nacional de Datos Genómicos de China—, pero en ese tiempo apenas representaba el 6% y 4% del PBI global e intercambio comercial, respectivamente.

Esta vez, el cese de actividades ha llegado a más de un sector de la economía. Actividades como la realización de eventos y foros, conciertos, viajes (corporativos o de turismo), órdenes de compra —sector retail, sector logístico, agronegocios, entre otros—están on hold para prevenir la expansión.

El Perú, como actualmente estamos presenciando, no es ajeno a esta realidad. La propagación del virus se presenta como una alternativa para revisar nuestra relación con China y su peso en nuestra economía. Esto último ayudará a entender el hecho de que si uno se ‘enferma’, nos enfermamos todos.

Perú: ¿el costo de la dependencia?

No es novedad que luego de la firma del Tratado de Libre Comercio con EE.UU., y todo el proceso que ello implicó, el Perú haya ganado protagonismo dentro del resto de socios comerciales —se firmaron más de quince tratados comerciales luego del TLC con EE.UU. —. China, con quien se firmó un acuerdo en el 2009, fue uno de ellos y hoy es nuestro principal socio comercial.

En lo que corresponde al total de exportaciones peruanas en el 2019, el 59.6% vino de productos mineros, de acuerdo con la última Guía de Inversión Minera de EY Perú. El cobre, oro y zinc representaron el 54% de valor nacional exportado, y las exportaciones metálicas llegaron a US$27,524 millones al cierre del año pasado, según el estudio. Se sabe también que el cobre es la principal exportación peruana y es aquí donde la relación cobra relevancia: el 67.6% de las exportaciones cupríferas tiene como destino final China, país que también representa el 17.6% de la inversión minera en el Perú.

Saliendo del tema minero, y de manera resumen, China representó 28% y 23% de las exportaciones e importaciones peruanas, respectivamente, según TradeMap. El hecho de que el principal socio esté en ‘cuarentena’ pone al Perú en la misma situación. Son cuatro los escenarios —el primero está casi descartado— para el crecimiento chino sujeto al coronavirus, de acuerdo con The Economist Intelligence Unit.

La situación actual está entre el segundo y tercer escenario. El segundo, crecimiento chino de 5.4%, implicaría un crecimiento de la economía peruana cercano al 2.5%; el tercero, alrededor de 2%.

No somos, sin embargo, ajenos al escenario ‘poco alentador’ que predomina. En lo que corresponde a nuestros pares en la región —Argentina, Brasil, Chile y Colombia—, China representa más del 18% de las exportaciones para cada uno, según TradeMap. Cada uno tiene, como nosotros con el cobre, un producto ‘bandera’ que ha explicado buena parte del comercio internacional en los últimos años. Para Chile es el cobre, para Brasil y Argentina la soya, y para Colombia el café.

No hay duda del enorme peso de China en la economía global hoy en día. Si bien es fácil decir o sugerir que se debe diversificar, tanto las exportaciones como los socios comerciales, casi todas las actividades económicas están sujetas a China, independientemente de las fronteras. Parte del cambio no se da buscando nuevos socios de un día para otro —muy pocos tienen la capacidad de compra y ventajas comparativas que el gigante asiático ha venido construyendo—; se tendrá que buscar dar valor agregado a muchos de los productos que hoy clasifican como commodities y fomentar otros rubros como el de innovación, investigación y desarrollo