Estados Unidos: La unidad debe resistir a los momentos más difíciles
Fecha: 9 de julio de 2020
La reciente decisión de la administración de Trump hacia estudiantes extranjeros puede causar problemas mayores. Son los alumnos los que tomarán la batuta de las grandes empresas y organizaciones, por lo que la comunidad universitaria debe mantenerse unida sobre todo en los tiempos más difíciles.
El pasado lunes, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. señaló que los estudiantes extranjeros –actualmente en universidades, institutos, capacitaciones, entre otros– cuyos centros educativos pasen a dictar la totalidad de sus clases en línea tendrán que abandonar el país y/o correr el riesgo a ser deportados.
La decisión, que viene siendo cuestionada por muchas universidades y autoridades –el mismo día, la Universidad de Harvard anunció que dictará todas sus clases online–, se da en un momento poco oportuno para el país: hay rezagos de las protestas por el racismo, los nuevos casos de COVID-19 se han disparado, la contienda electoral no ha parado, etc. Esta nueva decisión puede costar mucho en términos de reputación y es importante llegar a un acuerdo por el bien de las instituciones educativas y su alumnado. Existen ciudades (universitarias) en EE.UU. cuyo driver de crecimiento es el consumo estudiantil; perder a una parte del alumnado podría causar daño.
El aporte estudiantil
Estados Unidos es conocido por contar con muchas de las mejores universidades e institutos en el mundo. Son muchos los estudiantes que, a nivel global, apuntan conseguir cupos en dichos centros educativos y existen muchos programas, públicos y privados, que financian total o parcialmente la carrera. Por otro lado, casi todas las ciudades donde hay un centro educativo –en EE.UU. los campus universitarios se mezclan con la ciudad– reciben un importante flujo de dinero vía el consumo universitario desde diversas aristas: alquileres, consumo local, uso de servicios públicos y privados, entretenimiento, entre otros.
Si nos centramos en la comunidad de estudiantes extranjeros; hay números que valen la pena resaltar. De acuerdo con el Departamento de Comercio de EE. UU., los estudiantes internacionales aportaron US$45 billones a la economía estadounidense en el 2018. Asimismo, 62% de todos los estudiantes extranjeros recibieron apoyo económico – familia, gobierno, universidades, etc.– de afuera, de acuerdo con el reporte Open Doors 2019.
Como se señaló, la presencia de estudiantes extranjeros tiene un impacto directo en la actividad económica. Por cada siete estudiantes internacionales se crean tres trabajos en EE. UU. a través de un mayor consumo en alimentos, servicios educativos, transporte, telecomunicaciones, salud, entre otros, según el reporte de NAFSA International Student Economic Value Tool. Así, considerando los más de un millón de alumnos (5.5% de toda la comunidad estudiantil) y un aporte superior a los US$45 billones, más de 450,000 puestos laborales han sido creados y/o se apoyan en la comunidad universitaria internacional.
Complicaciones mayores
La reciente medida se vuelve muy complicada dado el contexto internacional. Muchos países siguen con sus fronteras internacionales cerradas, por lo que forzar el retorno de estudiantes se volvería muy complicado y podrían calar a problemas mayores, como la relación entre países. Son varias las autoridades e instituciones educativas que ya se han pronunciado en contra; sobre todo porque la noticia los tomó por sorpresa y tienen poca capacidad de maniobra en el corto plazo. Esto incluye al presidente de la Universidad de Harvard, Larry Bacow, docentes de NYU, la ex embajadora estadounidense de las Naciones Unidas, Samantha Power, y la senadora democrática Elizabeth Warren.
Son alrededor de 1.2 millones de estudiantes extranjeros y más de 8,700 escuelas perjudicadas con esta medida, de acuerdo con el think tank Migration Policy Institute. “Como estudiantes extranjeros, y también minorías, se espera [de nosotros] que probemos por qué merecemos estar aquí. Eso ya genera ansiedad e incertidumbre. No saber si te vas a poder quedar en tu propia universidad sólo añade leña al fuego”, dijo Muhammad Ehab Rasul, estudiante pakistaní de la Universidad de South Florida, en entrevista con BBC.
Lo que debe primar
El miércoles 8 de julio, Harvard y Massachusetts Institute of Technology (MIT) anunciaron que presentarán una demanda para anular la decisión del gobierno. “Parece que fue diseñada […] para presionar a las universidades a fin de que abran sus campus para las clases presenciales este otoño”, dijo Bacow, presidente de Harvard, recientemente. El mismo día del anuncio de la medida migratoria, Donald Trump escribió en redes que las escuelas deben abrir en otoño.
Es necesario llegar a un acuerdo entre las instituciones educativas y la administración actual. Los estudiantes son los que más se perjudican con este proceso, junto con la percepción de EE. UU. como país para obtener educación de calidad. La apertura, tanto comercial como de fronteras, tiene muchos beneficios en términos laborales, culturales y económicos. Es indispensable garantizar el mismo trato para estudiantes de diversas partes del mundo que, al igual que los estadounidenses, pagan por servicios directos e indirectos vinculados a su formación. Son ellos los que tomarán las riendas de las grandes empresas y enfrentarán los problemas actuales y futuros. El cierre de fronteras o restricción a la movilización –no bajo un contexto de pandemia– no son pilares de crecimiento ni fortalecimiento de las relaciones internacionales de cara a asegurar un mundo mejor. Esperemos que se pueda llegar a un acuerdo en beneficio de los estudiantes, las universidades, relaciones internacionales y la percepción de los Estados Unidos.