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Reactivación económica: el reto de largo plazo y el ejemplo peruano

Fecha: 6 de abril de 2020

La reactivación de la economía es el otro gran reto presente luego del control del virus COVID-19. El Perú está llevando la delantera, tanto a nivel regional como internacional. Sin embargo, muchos de los estímulos fiscales y económicos no deben ser tergiversados para abordar temas que no corresponden en esta situación.

Casi todos los medios, locales como internacionales, vienen cubriendo los diversos planes de acción para reactivar la economía en más de una región. Unos suenan descabellados, otros ponen muy por encima la actividad económica en vez de la gente, otros que no son suficientes, entre otras críticas. Dentro de estos, el plan económico del Perú ha sido uno de los más ‘celebrados’ por la rápida acción del gobierno, la buena cantidad de dinero que se esta desplegando y los sectores priorizados; sin nunca dejar de lado la prudencia fiscal y macroeconómica.

El rol del Ministerio de Economía y Finanzas, encabezado por María Antonieta Alva, ha recibido elogios por parte de grandes medios como BBC y la prestigiosa revista académica Americas Quarterly. El reciente plan de estímulo económico por S/90,000 millones –12% del PBI aproximadamente–, bono a familias en situación de pobreza por S/380, liberación de hasta S/2,400 de la Compensación por Tiempo de Servicios, subsidio parcial a empresas con trabajadores que ganen hasta S/1500, entre otras medidas, han sido decisiones complejas y cuestionadas, pero que darán cierto alivio; considerando factores como la cantidad de peruanos cuyos ingresos provienen del día a día y el peso del sector Servicios en la economía.

Detrás de todo plan, sea de corto o largo plazo, tiene que haber un buen sustento e información que lo respalde. La estabilidad macroeconómica de los últimos años –principal razón de las inversiones extranjeras en el Perú–, respetar los niveles de deuda, acumulación constante de reservas internacionales y un banco central que se ha mantenido al margen de sus objetivos son factores que permiten ejecutar este tipo de planes; casi un ‘lujo’ frente a la situación en otras naciones. La frase “guarda pan para mayo” se aplica mejor que nunca. Desde AmCham Perú, hacemos una breve revisión a los números que sustentan estas decisiones, las otras alternativas presentes y en lo que no se debe caer.

¿En que se apoyan las medidas? Algunas cuentas y números de la economía peruana

El Perú creció 2.19% en el 2019, de acuerdo con el Banco Central de reserva del Perú (BCRP). Si bien no fue el crecimiento esperado –de un estimado a fines del 2018 de 3.9%–, es importante recalcar que todo lo producido por el país sumo S/546,650 millones en el último año. Así, el país ha acumulado 21 años de crecimiento ininterrumpido desde 1999 en adelante.

La prudencia

En paralelo a crecer de manera constante, medidas de disciplina fiscal se endurecieron y logramos, poco a poco, ir reduciendo el nivel de endeudamiento como país. Para el mismo periodo de análisis (1999 – 2019), la deuda pública del país se redujo –con altibajos durante el periodo– de 51.5% a 26.8%. De acuerdo con el Consejo Fiscal, si bien existe un límite legal para el tamaño de la deuda pública (30% del PBI), es importante entender cuánto puede endeudarse una economía como la nuestra sin comprometer la solvencia fiscal. Ello depende de dos factores claves: la política fiscal y el pago de interés de deuda. De acuerdo con una investigación realizada por Ganiko, Melgarejo y Montoro[1] –análisis de los factores que determinan el límite ‘real’ de la deuda en la que un país puede incurrir y, asimismo, asegurar solvencia fiscal–, el Perú es el país más alejado de dicho límite; por lo que tiene mayor espacio de maniobra fiscal.

Desde el 2007 en adelante, el Perú ha mantenido la deuda pública por debajo del 30%. En el 2013 se llegó al punto más bajo (19.2%). Desde ahí en adelante el incremento ha sido entre 0.9% y 1% por año –el único año que esta cuenta creció por encima del promedio fue 2015, que pasó de 19.9% a 23.3%–. Si bien hoy estamos en 26.8% y la situación que se avecina implicará un mayor gasto del fisco, superar el límite no sería un problema de sostenibilidad fiscal, ‘en la medida que el incremento del gasto y la disminución de los ingresos permanezcan como cambios temporales’, de acuerdo con el Consejo Fiscal en un reciente comunicado, según El Comercio.

Hay espacio para gastar, pero la prudencia debe seguir y tomar en consideración otras formas de financiamiento. Julio Velarde, presidente del BCRP, recientemente dijo para Canal N que el banco está en conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener una línea de contingencia para enfrentar el impacto económico del COVID-19. Esta línea podría hasta los US$18,000 millones, equivalente a 8.2% del PBI aproximadamente. De acuerdo con Velarde, esta línea se la otorgan a países muy fuertes, es bastante rápida y que el FMI ‘viene tocando la puerta por dicho fondo hace 11 años y tal vez sea la ocasión para usarlo’, según el funcionario en entrevista con Canal N. Ser prudente, y no haber caído en tentaciones, termina pagando en el largo plazo.

[1] “Estimación del impacto fiscal en economías emergentes: el caso peruano”

… los ahorros y el control cambiario

Otro aspecto importante que sustenta el plan económico es la gran cantidad de reservas que se han acumulado en los últimos años. De acuerdo con el BCRP, las Reservas Internacionales Neta ascendieron a US$68,316 millones al cierre del 2019. Esto representa alrededor del 31% del PBI y dicho monto representó un récord en el total acumulado –a enero del 2020, las RIN sumaron US$68,399 millones–. De por sí, la acumulación total de reservas da pie a poder pagar toda la deuda si se quisiera, pero dicha maniobra no sería prudente.

Por otro lado, no se puede dejar de resaltar que el sol peruano es una de las monedas más fuertes de la región. En los últimos cinco años, el tipo de cambio ha oscilado entre S/3.18 y S/3.34. Asimismo, la inflación acumulada –para cada año– no ha sobrepasado el 5% desde el 2009 en adelante.

Estas variables, las mismas que resultan atractivas a inversionistas y han hecho que lleguen capitales extranjeros a nuestro país, son las mismas que hoy permiten desplegar un plan de reactivación económica de tal magnitud. Son S/90,000 millones que serán divididos en tres paquetes de S/30,000 cada uno: evitar la propagación del COVID-19 (más recursos para el sector salud), evitar que se rompa la cadena de pagos elaborando un esquema de préstamos a las empresas con garantías, y un plan para reactivar el resto de actividades económicas.

La ministra ya ha señalado en más de una ocasión que se cuenta con el respaldo financiero para tomar las medidas necesarias, y enhorabuena. “El impacto económico de lo que sucede no tiene precedentes y el plan económico que tenemos que aplicar tiene que ser un plan sin precedentes”, señaló la ministra el pasado domingo. La razón por la que el plan es uno que destaca viene tanto por la rapidez de acción, y también por cómo está nuestra situación fiscal frente a la del resto.

Lujo frente a otros países

En más de una ocasión se ha resaltado que, mientras nuestros pares de la región se contraen o caen, el Perú crece –a menor ritmo, pero se sigue creciendo; y es algo que no se puede dejar de lado–. Las constantes críticas y comentarios que salían en su momento –antes crecíamos más, cuándo volveremos a las tasas de 6% anual, entre otras– no tomaban en cuenta que la situación, si bien era difícil para el Perú, era igual de fuerte para nuestros pares de la región, y ellos también arrastran muchos problemas estructurales (mayor golpe vía la guerra comercial, crisis política, crisis social, entre otros). Ahora, dichas críticas pasarán a un segundo plano dado que la gran mayoría de economías se contraerán, y lo que importa es ver qué está haciendo cada nación para revertir la situación y hasta qué punto.

Al compararnos nuevamente frente al resto de países latinoamericanos –siempre hay que tener un big picture del asunto; el COVID-19 es una pandemia que afecta a todos–, se puede ver que las medidas tomadas por el gobierno peruano resultan un lujo nuevamente. De acuerdo con un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la deuda pública promedio de Latinoamérica (sin contar Venezuela) fue equivalente a 42% del PBI en el 2018. En dicho año, la deuda pública del país fue de 25.8% del PBI, niveles similares al los de Chile (26%). Ésta no es, desafortunadamente, la realidad de otros países con niveles de deuda por encima del 75% como Brasil (77%) y Argentina (95%). En el caso colombiano, la deuda pública como porcentaje del PBI ascendió a 59%; en el caso ecuatoriano, ésta fue superior al 45%.

El nivel de deuda de la región es alto. A más de uno le saldrá caro desplegar un plan así de rápido y fuerte para reducir el golpe económico en la medida de lo posible. Así como se celebró en su momento la capacidad de crecer por encima de la región y a tasas altas, hoy debemos celebrar que se está en la capacidad poder destinar mas recursos sin comprometer las cuentas fiscales. No hay seguridad de cuándo culminará la pandemia y hasta cuándo durarán los rezagos, pero definitivamente estamos bien posicionados.

El otro reto: evitar los oportunismos

Plan de estímulo por S/90,000 millones, bono a familias pobres, subsidio a empresas con trabajadores con sueldos hasta por S/1,500, liberación de la CTS hasta por S/2,400, entre otras medidas. Son varias las medidas que se han tomado, pero una de las más importantes ha sido la oficialización del retiro de hasta S/2,000 de las AFP para personas que no aportaron a su fondo desde hace seis meses.

Hoy, como ya ha pasado antes, existe malestar con las administradoras de los fondos de pensiones, dado que los retornos han caído en medio de esta crisis. Es importante resaltar que la medida dictada ha sido una de urgencia. Pretender cambiar el modelo, como ciertos congresistas sugieren e insisten a través del retiro del 25% de las AFP en este momento, traerá más incertidumbre y se generarán más pérdidas. El propio MEF se pronunció en contra de esta medida, pero no descarta que el sistema debe ser revisado; como en más de una ocasión lo ha señalado el mismo sector privado – comisión por performance presentada por AFP Integra en el 2017, propuesta de retiro del 20% y retiro del 100% si se tiene enfermedad terminal o se estaría llegando a los 65 años con un fondo menor a los S/50,000 por Credicorp en el 2015, entre otras iniciativas–.

Muchos serán los retos que el Ejecutivo afrontará, sobre todo con esta última medida, pero se deben evitar los populismos que terminarán haciendo más daño. Nadie niega que se necesitan reformas en más de un aspecto –el manejo de las pensiones es claramente uno de ellos–, pero todo a su tiempo y con sustento; así como el accionar del MEF esta última semana. Es importante saber reaccionar de manera rápida, pero con evidencia y certeza.