Los retos del 2019: recuperación de la confianza

El 2018 cerró con un crecimiento económico estimado en 4%, impulsado, principalmente, por sectores como la agricultura, la pesca, la manufactura, la construcción y los servicios. Con este crecimiento el Perú alcanzó 20 años consecutivos de expansión económica, todo un hito en los últimos 100 años de su historia.
El año también se caracterizó, a nivel interno, por la tensión política y la crisis de las instituciones, así como también por factores externos tales como el buen dinamismo de la economía global y por los nubarrones e incertidumbres que ha generado la guerra comercial entre Estados Unidos y China, con sus consecuentes efectos en la demanda y los precios de los commodities, tan importantes para el desempeño del País.
Ante un eventual escenario en el 2019 de menor crecimiento de la economía global y de mayor volatilidad en los mercados financieros internacionales, ofrece cierta tranquilidad el hecho de que la solidez de los fundamentales de la economía permitiría sortear adecuadamente los efectos de esta potencial coyuntura. En efecto, el panorama macroeconómico del país refleja una inflación dentro de las metas esperadas, deuda pública, déficits de cuenta corriente y fiscal controlados y niveles de reservas internacionales adecuados, entre otros.
Consecuentemente con lo anterior, el crecimiento esperado por los analistas para el 2019 estaría alrededor del 3.9%, apalancándose principalmente en el consumo privado, el efecto de la inversión en grandes proyectos de minería, de infraestructura de transporte y las obras necesarias para la realización de los Juegos Panamericanos. Este escenario ratificaría que las previsiones del próximo año en materia económica estarán caracterizadas más que todo, y a lo sumo, por cierta estabilidad general de la economía.
El reto resulta ser, entonces, como transformar ese escenario de estabilidad económica en un verdadero escenario de optimismo, con las condiciones necesarias que permitan cimentar la consolidación de un crecimiento sostenido, a tasas superiores al 5% más allá del 2019. Para eso resulta decisivo , además de un entorno económico internacional favorable, o al menos estable, y un manejo responsable de la economía, convertir el riesgo político y la inestabilidad de las instituciones que han percibido los diferentes actores económicos, en un escenario de instituciones fortalecidas, que garantice la estabilidad política, con una agenda nacional claramente definida, que permita recuperar y potenciar la confianza de los empresarios con el consecuente incremento de la inversión privada, y la mejora en la ejecución y la eficiencia de la inversión pública.
En ese sentido, es prioritario realizar las reformas y tomar las medidas necesarias para disminuir la informalidad laboral, mejorar drásticamente la infraestructura nacional, fortalecer el sistema judicial, mejorar la calidad de la educación, alinear el sistema educativo con las prioridades que la demanda laboral exige, mejorar la calidad y cobertura de los servicios públicos, y prevenir, detectar y combatir la corrupción, entre otras.
Otro pilar fundamental para lograr que el país del salto que todos queremos, lo constituye un empresariado responsable, dispuesto y decidido a comprometerse con la idea de un país sostenible para las próximas generaciones. En este contexto, bien merece destacarse la importancia que tiene la sostenibilidad no solo como eje de la transformación empresarial sino también como catalizador y potenciador del rol que tenemos los empresarios en el desarrollo económico y social.
El diseñar y ejecutar una estrategia de negocios enfocada no solo a generar valor económico a los accionistas, sino a generar impactos positivos en todos los grupos de interés, incluyendo la sociedad y el medio ambiente, es lo que hará que nuestra contribución a un mundo y a un país cada vez mejor sean realmente transformacionales.